María acudió a terapia para tratar su ansiedad y ataques de pánico. En una de las primeras sesiones, el terapeuta le pidió que visualizara a su madre sentada en una silla vacía y la insultara, expresando su ira. María se negó a hacer algo tan irrespetuoso contra su madre, pero bajo presión terminó gritando e insultando a la silla, imaginando que era su madre. La sesión terminó con María llorando desconsolada, sintiéndose culpable y más ansiosa.
En las semanas siguientes, las técnicas continuaron siendo extrañas y perturbadoras. María tuvo que hacer ejercicios de regresión infantil y expresar emociones de forma exagerada e incontrolada.
Si esta escena te parece absurda, tienes razón. Porque esta es una de las técnicas centrales de la llamada terapia Gestalt, una pseudoterapia sin de bases científicas sólidas que puede resultar dañina para quienes buscan en ella una ayuda.
Pero, ¿qué es la Gestalt?
Según la Asociación Española de Terapia Gestalt, es:
“Un enfoque terapéutico perteneciente a la corriente humanista-experiencial y (...) comparte el reconocimiento de la libertad, la responsabilidad, la capacidad de elección, la conciencia, la intencionalidad y la autorregulación como características principales de la naturaleza humana”.
Todo muy new age.
Según un centro que practica esta pseudoterapia:
“Es un modelo de psicoterapia que se centra en el desarrollo personal y en la recuperación de la capacidad de vivir el presente, la espontaneidad y la responsabilidad. Concibe al ser humano como a una entidad completa formada por cuerpo, mente y alma que puede alcanzar el bienestar trabajando por la integridad y el equilibrio de esas tres partes”.
Suena muy bien, pero no dice nada. Sigamos buscando.
La Asociación de Psicología de Estados Unidos la define como:
“Basada en el «holismo organísmico», en la importancia de ser consciente del aquí-y-ahora y en que cada uno acepte la responsabilidad de sus propios actos.”
De nuevo, podemos estar de acuerdo en centrarnos en el presente y responsabilizarnos de nuestros actos. Pero una terapia, en su fundamento, es la aplicación de un conjunto de técnicas que están basadas en conocimientos científicos. Es decir: vas a terapia y el terapeuta aplica técnicas que sabe que funcionan y funcionan porque derivan de unas bases científicas sólidas. Pues bien, aquí no hay nada de eso.
La Gestalt es un batiburrillo de ideas sin fundamento; se nutre de la filosofía oriental, del psicoanálisis, el psicodrama, la teoría de la indiferencia creativa de S. Friedlander, la teoría de la coraza muscular de W. Reich, la filosofía existencial, los enfoques fenomenológicos existenciales y el sueño dirigido.
Un montón de historias. Cero psicología.
De hecho, un terapeuta Gestalt no es psicólogo. No necesita formación universitaria. Basta con realizar unos cursos de las muchas escuelas que hay. En estos cursos, se “propone un proceso personal de autoconocimiento, ya que este constituye un requisito indispensable para acompañar a personas y a grupos”. Esto es: para ser terapeuta hay que haber pasado por terapia.
Y para ser traumatólogo hay que haberse roto una pierna, ¿no?
La Gestalt no es ciencia
Al igual que el psicoanálisis, la Gestalt no cumple con los requisitos básicos del método científico.
En primer lugar, sus ideas centrales y técnicas no pueden ser puestas a prueba de forma objetiva. Es decir, no hay manera de comprobar si realmente funcionan o no, ya que no se pueden refutar en caso de ser incorrectas o ineficaces. Esto va en contra del requisito básico de la ciencia de formular hipótesis que puedan ser contrastadas empíricamente.
Los conceptos centrales de la Gestalt, como la "awareness" (conciencia plena), la "interrupción del ciclo de experiencia" y la "frontera de contacto", son vagos e imprecisos, no tienen una definición clara ni compartida por la comunidad psicológica. Esto impide evaluarlos y medirlos de manera fiable.
Además, la Gestalt se basa en gran medida en anécdotas y experiencias personales, en lugar de evidencia objetiva y replicable. Al no haber protocolos de intervención, todas las sesiones son pura subjetividad e improvisación.
La Gestalt no ayuda
La Gestalt no ha demostrado ser efectiva para tratar problemas psicológicos o trastornos mentales. Esto es importante: quien presenta una terapia nueva debe demostrar que funciona, que ayuda a las personas con problemas psicológicos. Y la Gestalt no lo ha hecho.
Es más, existen estudios que documentan cómo algunas de las técnicas características de la Gestalt pueden causar efectos adversos y empeorar la condición de los pacientes.
La "silla vacía", donde se obliga a las personas a gritar e insultar a un objeto inanimado que representa a un ser querido, pueden generar culpa y angustia.
Las prácticas de regresión a la infancia, donde los pacientes deben comportarse y expresarse como bebés o niños pequeños, pueden ser sumamente perturbadoras y desestabilizadoras.
La catarsis, la expresión emocional exagerada e incontrolada como vía de "liberación", puede desencadenar crisis de ansiedad y ataques de pánico.
Más allá de estos efectos directos, la Gestalt tiende a fomentar una visión egoísta y de negación de responsabilidades en los pacientes. Culpa constantemente a los demás (familiares, amigos, figuras de autoridad) de los problemas propios, quita del cliente toda responsabilidad sobre la vida que lleva, promueve cortar con familia y amistades y lleva a un aislamiento social que entorpece un verdadero bienestar.
La Gestalt puede dañar
Al no ser una disciplina científica reconocida, la Gestalt carece de estándares formativos y de acreditación profesional. Cualquiera puede autodenominarse "terapeuta Gestalt" sin la debida capacitación. Esto aumenta enormemente el riesgo de que personas sin escrúpulos ni preparación adecuada manipulen y engañen a pacientes en busca de ayuda.
Al no existir protocolos ni guías, es muy habitual que el terapeuta tarde años en dar el alta y, si la persona lo pide, saque a colación temas del pasado para mantener el flujo de ingresos.
Invertir tiempo y dinero en estas pseudociencias retrasa la búsqueda de ayuda profesional. Muchas personas llegan a terapia diciendo “he estado 2 años con un terapeuta Gestalt y sigo sin estar bien”. Es mejor ahorrarse ese tiempo y dinero.
En resumen, la Gestalt es una pseudoterapia que no solo carece de fundamentos científicos sólidos, sino que también puede ser perjudicial para quienes caen en ella.
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Referencias:
Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (2016). Terapia gestalt. https://www.apetp.com/index.php/terapia-gestalt/
Morilla, S. G. (2018). Terapia Gestalt: Un análisis crítico. PsicoSalud Tenerife. https://psicosaludtenerife.com/2018/04/01/terapia-gestalt-un-analisis-critico/
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