Frecuentemente recibimos mensajes de personas que nos envían posts de Instagram o videos de TikTok de cuentas que, en teoría, se dedican a la divulgación de la psicología. Lamentablemente, en muchas ocasiones, estos contenidos resultan ser cuanto menos cuestionables.
Estas publicaciones parecen no tener otro objetivo más que atraer a la mayor cantidad de público posible, generar clics, likes y comparticiones, y en última instancia, posiblemente atraer dinero hacia las consultas privadas de quienes las publican. Pero este tipo de contenido sensacionalista y superficial no debería ser considerado divulgación seria y rigurosa.
La verdadera divulgación consiste en acercar un tema específico del ámbito científico o académico al público en general, es decir, a las personas sin conocimientos profesionales profundos en el área. Puede haber divulgación de las matemáticas, de la historia, de la biología o, como en este caso, de la psicología. El objetivo es transmitir conceptos complejos de forma sencilla y comprensible, sin perder el rigor y la base científica que los sustentan.
El gran problema surge cuando no se traduce adecuadamente el conocimiento científico al lenguaje cotidiano, sino que se inventa contenido pseudocientífico sin fundamento alguno o se copia y difunde información de otros sin ningún rigor, haciéndola pasar por evidencia válida. Esta práctica no sólo desinforma a la población, sino que también puede causar un daño real a quienes buscan respuestas serias y fundamentadas en la ciencia para sus inquietudes sobre la salud mental y el bienestar psicológico.
De forma general, podemos identificar tres modelos o categorías principales de divulgadores pseudocientíficos de la psicología:
1) Aquellos que hablan de "neurocosas". Son los que asocian todo fenómeno conductual o mental a supuestos procesos neuroquímicos, la forma y estructura del cerebro, los hemisferios cerebrales y cualquier otro aspecto relacionado con lo biológico y lo neuronal. Tienden a dar explicaciones simplistas y reduccionistas, sin tener en cuenta la complejidad de la mente humana y los múltiples factores que intervienen.
2) Los divulgadores de la personalidad. Se centran en hablar de apegos, estilos de crianza, rasgos de personalidad como el narcisismo, etc. Su enfoque suele ser rígido y determinista, tratando de encasillar a las personas en categorías fijas con argumentos difusos, vagos y poco sólidos desde el punto de vista científico. Promueven una visión estereotipada de la personalidad humana.
3) Los del "método propio" (TM - trademark). Son aquellos divulgadores que pretenden vender como algo súper novedoso, revolucionario y eficaz un supuesto "método" que se han inventado o extraído de diversas fuentes sin el debido rigor. Suelen darle un nombre rimbombante con letras mayúsculas para aparentar seriedad. En realidad, estos "métodos" carecen de sustento empírico y validez científica, siendo en la mayoría de los casos completamente inútiles.
Estos tres modelos de divulgación pseudocientífica comparten el engañar y desinformar al público general, presentando información falsa, simplista o directamente inventada como si fuera verdad incuestionable, en lugar de dar a conocer el conocimiento psicológico avalado por la investigación científica.
Vamos a desmontar aquí cada uno de estos modelos de “divulgador”…
Cerebrocentrismo
Es totalmente incorrecto e ingenuo asociar de manera simplista la forma del cerebro, los niveles de neurotransmisores, etc., con la conducta y los procesos psicológicos humanos. Este tipo de explicaciones reduccionistas a lo meramente biológico son propias de épocas pasadas. Con los conocimientos actuales, sabemos que si bien el cerebro es el órgano físico que permite funciones como hablar, pensar, decidir; no es la causa directa y determinante de conductas complejas como leer un artículo, escoger una mascota o acariciar a la pareja.
El cerebro nos posibilita realizar estas acciones, pero no las origina ni las determina por sí mismo. Si estás en la cama con una persona y la acaricias, ¿cuál es la causa de esta caricia? ¿Es la propia mano, que ha decidido moverse y rozar suavemente la mejilla de la otra persona? La mano simplemente es la herramienta que nos permite ejecutar esa acción afectiva, pero la verdadera causa reside en procesos psicológicos, motivaciones, sentimientos, circunstancias contextuales… Pues lo mismo con el cerebro. Reducir la conducta humana a lo cerebral es una visión miope.
Dice Froxán (2020):
Explicar un fenómeno –la conducta, que es una interacción– a partir de la actividad cerebral –una de las partes de uno de los elementos que intervienen en dicha interacción– implica un reduccionismo neurobiológico inadmisible, no solo desde el punto de vista epistemológico sino que hasta el momento actual no se han encontrado correlatos cerebrales que expliquen la conducta humana.
Etiquetas y personalidad
Hemos hablado de esto en otras ocasiones, pero es importante enfatizarlo: se inventa y se difunde demasiada información infundada sobre la personalidad que no tiene ningún tipo de sustento empírico sólido.
Se presentan afirmaciones que a priori pueden sonar lógicas o atractivas, pero que en realidad son meras necedades sin fundamento. La evaluación rigurosa de la personalidad es un proceso altamente complejo y prolongado que no se puede hacer con base en observaciones superficiales como ver a alguien en televisión, leer un artículo suyo o notar algún pequeño tic. Los seres humanos somos muchísimo más complejos que las simples etiquetas que se nos quiere imponer.
Respecto a las publicaciones del tipo “tienes apego evitativo y por eso haces nosequé”, lo cierto es que no existe suficiente evidencia de que la crianza tenga una gran relevancia en el desarrollo de la persona como individuo adulto. Afortunadamente, las experiencias de la infancia y crianza, aunque sí ejercen una influencia, no nos determinan de manera absoluta e inamovible en la adultez (Rich Harris, 1999) . Es un error pensar que un estilo de apego o ciertas circunstancias de la infancia nos definirán para siempre.
Estas modas pasajeras (esperemos que sean pasajeras) de clasificar a todos bajo supuestos "estilos de personalidad" no aportan realmente ninguna información valiosa ni ayudan al crecimiento de las personas. Son etiquetas reduccionistas que simplifican groseramente a las personas.
A veces, se usan estas publicaciones como excusas para justificar conductas actuales presentes: "yo soy así porque tengo un estilo de apego evitativo". Y, claro, esta persona no va a cambiar.
Gurús
Respecto a los autoproclamados "gurús" que proliferan en redes sociales e internet, son personas que se dedican machaconamente a vender y promocionar sus propios cursos, libros o supuestos "métodos terapéuticos". Con un lenguaje grandilocuente y atractivo, hablan de propiedades sanadoras casi místicas, utilizando conceptos pseudocientíficos como "trauma", "renacer", , "tu niño interior", etc.
Algunos cursos llevan por título:
● Desbloquea tu Código Sagrado de Bioneurofelicidad
● La Nueva Terapia como método de Sanación Cuántica
● Elimina tus Traumas Primigenios con el Método RENACER
● Reactiva tus Vínculos Armónicos
● El Renacimiento de Tu Ser a Través de la Reprogramación Neurolingüística
● Sanación de Bloqueos Energéticos
Estos personajes huyen sistemáticamente de cualquier tipo de medición, validación o respaldo científico riguroso para sus afirmaciones. Su verdadero objetivo no es ayudar a las personas, sino más bien atraer seguidores y conseguir ingresos económicos vendiéndoles servicios o productos de dudosa eficacia.
(Algunos son pura secta, pero eso ya es otro tema)
Estas cuentas no ofrecen terapia psicológica respaldada por la evidencia y la investigación clínica. Por el contrario, sus prácticas se asemejan más a Amadeo Llados (cambiando burpees por viajes a la infancia y cochazos por cuencos tibetanos)
En fin, en el mundo de las redes, no es oro todo lo que reluce. Recomendamos ir con cuidado y no creernos todo lo que cuentan.
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